miércoles, 1 de enero de 2020

Noche

Ya se ha hecho de noche una vez más
en el agónico día del hombre.
El acero llueve sobre la ciudad.
Desde un cielo que todo lo consuela
con miradas de aguas oscuras,
resbala por las fachadas de cristal
una antigua lágrima,
que deja en el vidrio de humo
una huella sucia y opaca, otoñada de tiempo.
Su pasado mineral alivia a proscritos individuos,
que desde sus corazones solitarios duermen
el merecido descanso de excelsos dioses,
día a día derrotados por la soberbia
y el amargor crudo de lilas amarillas.

Hay un hombre ciego en todas las esquinas,
con un candil de oro apagado en cada mano.

No hay comentarios: