viernes, 17 de julio de 2020

Siete por siete

Anochece. Debajo de la piedra una familia de gusanos es feliz. La puerta guarda su carcoma y nadie levanta la voz. Un hilo de barro drena las costuras, invade las huertas. En los cristales dejo mi ojo, también mi esperanza. Miras en la niebla. A veces se multiplica el dolor. Otras se resta. Debajo de la barbilla oculto un reloj y si mastico no vendrán vencejos ni heridos ni vencidos, ni ala. Toda la historia ha sido escrita contra el vestigio, brizna de los trabajadores: su frente fue pisoteada. Su sal era estiércol. Me bajo en la próxima. Aún las olas creen en Dios, y llegan a las orillas de las playas cargadas de cántaros. Ah!, Anne Carson recibe un premio de la burguesía. Nos premian siempre ellos. Es bonito rebonito sentirse admirado y reconocido. La belleza se estrella contra el poder. Todo terreno es secarral y todo avión es ruido. Desde aquí hasta África todo esclavo busca su libertad. Mi mano te toca pero tú estás muerta. Mi mano te toca y eres abismo. Se abre tu piel. Se abre tu sexo. Te abrazo y alrededor de ti y de mi un millar de hormigas nos protegen: el ácido fórmico, el orégano, aquellos orgasmos bajo la falda, en una jaula el falo de los barrotes y el aire de las hendiduras. ¿Qué quieres? Si sabes algo cuéntaselo a los almendros. A los robles. Amo tu boca cuando come relojes. Si no sabes nada dímelo a mí. Yo que soy agua. Siete por siete suman diecinueve. Hoy.

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