Hombre lento, indio, náufrago, poeta
-Carmen Muñoz-
Hombre lento, indio, náufrago, poeta,
me llamaron esta tarde a punto de ser otro.
Ese otro que se recoge a meditar
y rompe anotaciones,
papeles con números letras y flechas
unas para arriba,
otras a la izquierda,
direcciones prohibidas
que supuestamente me dicen
adónde debo dirigirme
dentro del poema.
Qué cantidad de papeles escritos
eran importantes, fundamentales,
pero que un día, ni más ni menos azul que otro,
dejan de serlo caprichosamente.
Insignificantes los miro ahora,
recordando cómo, también caprichosamente,
un día fueron importantes.
Imprescindibles, me salvaron la vida.
Me recojo a meditar.
Veo al indio en la pradera
al naufrago sin letras
al poeta o vate retirándose a soñar
cómo se construye un poema
que diga la verdad
para que la mentira sea cierta.
Y escribo:
Del atropello mortal quedó en el suelo
una agenda, un bolígrafo negro
y unas gotas de sangre.
Del atropello mortal quedó en el aire
el nombre de un hombre y de un tiempo
la leyenda en la que yo era un hombre lento
un indio, un náufrago, un poeta.
5 comentarios:
Cinamomo o árbol del paraíso
nutre de canela mis fosas abisales
nadaba la sirena de agallas,
pecho de plomo y fosas nasales.
Son "demasiado" hermosos estos tres últimos poemas que has publicado como para hablar o como para quedarse callada. Entre dos mundos siempre vive el poeta.
Se del dolor que produce a veces tanta belleza, aunque parezca imposible, Sofía.
De casi nada estoy segura, pero sí de que sabes de ese dolor, Tomás.
A los que somos socialistas por defecto, nos tiemblan los ojos al contemplar cómo un cinamomo de Móstoles es tan hermoso cómo otro de Cádiz, tan vivos y tan bellos. El perfume de ambos.
Un beso, Carmen.
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