Conocí una noche a Jose Agustín Goytisolo, Kiko Veneno cantaba "Palabras para Julia" en su honor. Goytisolo se estaba tomando una cerveza conmigo cuando los cantamañanas de la Universidad vinieron a por él para llevárselo a su hotel. No le dejaron escuchar la canción. A mí no me gusta escucharla, me recuerda lo que pasó. Los consejos que se dan carecen de sentido si no se siguen.
Parece que un tema musical, en unos casos y un poema en otros, a distintas personas nos traen viejos recuerdos, incluso si esas personas pertenecen a una etapa generacional distinta. Carmen, tú cuentas tu relación con esta canción. Y tú Lucia, cuentas la tuya. Yo contaré la mía que es totalmente anodina. Estamos en el año 70. La música se escucha casi en la intimidad de las casas. El puto país es una mierda acojonada. Yo tuve conocimiento de Paco Ibáñez en el 66 aproximadamente, cuando grabó un EP y tuvo que huir de España, por cantar “Poderoso caballero es don dinero”. Una tarde de invierno de ese año 70, yo estaba en casa de mi querido amigo y poeta, Juan Quintana. Leíamos poemas de Félix Grande, gran amigo de Juan, de su libro “Blanco Espirituals”, publicado en Mayo de 1967 por el Gobierno Revolucionario de Cuba, Casa de las Américas. Dicho de paso, tengo un ejemplar de la primera edición. Pasamos a leer, bajo la voz emocionada de Juan, al poeta César Vallejo. Juan lloraba con los versos del peruano. Y entre poema y poema le daba un trago a una copa de coñac. A la caída de la tarde, Juan anunció que tenía un vinilo doble recién llegado (poseía una de las mejores colecciones de jazz y blues) pero que en esta ocasión se trataba de un “perseguido”: El disco en directo de Paco Ibáñez en el Olimpia de Paris. Silencio sepulcral. Magia. Parábamos el tocadiscos para comentar lo que estábamos escuchando. Estábamos acojonados. Repetíamos algunas canciones. El volumen bajito. “Palabras para Julia” mereció algún comentario. Juan tenía los poemas de Goytisolo, sabía que no era una canción de amor a una mujer. Era una canción a su hija. Comentamos cómo daba a engaño la forma, el tono en el que estaba escrito. El poema musicalizado por Paco no aclaraba nada, es más daba a entender lo contrario, que era un poema de amor a una mujer llamada Julia. Juan aclaró este equívoco.
Salto en el tiempo. Esta historia es menos anodina. 1976 (la memoria me patina) Yo vivía en Carabanchel Bajo y unos amigos en Carabanchel Alto. Estábamos en Aluche y decidimos irnos paseando, pegados a las tapias de la cárcel. Yo caminaba delante de mis amigos y amigas. Siempre he silbado bastante bien. Siempre me ha encantado silbar. (Ahora la gente no silba, escucha música por la calle a través de unos cascos, para parecer tristes) De manera espontanea, o no, comencé a silbar “Palabras para Julia”. La cárcel estaba a oscuras, luces intermitentes aquí y allá. Los muros eran altos, pero hasta donde podíamos ver, las ventanas se empezaron a abrir y un coro de voces de presos, acoplándose o desafinadas, al unísono, mientras las ventanas se habrían aquí y allá, corearon “Palabras para Julia”. Hasta que alguien desde dentro de la cárcel gritó: “Silencio coño”. Y desde una garita nos espetaron: “Hagan el favor de dejar de silbar, joder”. Fue uno de los momentos más hermosos de mi vida, durante la puñetera transición mal contada de este país.
Amiga Lucia, las últimas palabras de tu comentario dejan ciertos enigmas en el aire, ¿tú dirás?: “A mí no me gusta escucharla, me recuerda lo que pasó. Los consejos que se dan carecen de sentido si no se siguen”.
Y decirte, amiga Carmen, que con esta “educación musical reciba” no puedo escuchar ninguna versión de “Palabras para Julia” si no es la de Paco Ibáñez. Cosas de la subjetividad. Un beso para las dos. Y prometo no volver a recordar de manera tan extensa.
Borré los correos, Carmen. Yo sólo no puedo contra todos. ¿Nos organizamos? Aunque creo que aún no hemos superado el método de organización de los partidos. Y no quiero yo formar un partido. Podíamos formar un partido obrero. Y de trabajadores. Que no un partido político. Creo que esta pequeña diferencia nunca la tuvieron en cuenta los ciudadanos de este país. Así nos va de mal. Coño. Ciudadanos obreros, ya que los hay que no lo son. Un beso.
Hola Lucía. Gracias, gracias. ¿Y tú cómo te enteras de estas cosas? Si no me avisas ni me entero. La "tesnica" me supera por los cuatro costado. Un beso.
10 comentarios:
hace 8 años llegó esa canción a mi vida, de la voz de Paco Ibáñez, después llegó el libro, que regalé
es una canción que necesito escuchar de vez en cuando, una de mis recurrentes
pero será que cuando lo hago también necesito que me inyecte energía, así que siempre la escucho en una versión rockera
http://www.goear.com/listenwin.php?v=469545e
una conocida mía siempre dice...la música nos salvará el culo
pero tú eres poeta, así que la viñeta de El Roto te viene pintipará
un beso
Conocí una noche a Jose Agustín Goytisolo, Kiko Veneno cantaba "Palabras para Julia" en su honor.
Goytisolo se estaba tomando una cerveza conmigo cuando los cantamañanas de la Universidad vinieron a por él para llevárselo a su hotel. No le dejaron escuchar la canción.
A mí no me gusta escucharla, me recuerda lo que pasó.
Los consejos que se dan carecen de sentido si no se siguen.
Un beso.
Parece que un tema musical, en unos casos y un poema en otros, a distintas personas nos traen viejos recuerdos, incluso si esas personas pertenecen a una etapa generacional distinta.
Carmen, tú cuentas tu relación con esta canción. Y tú Lucia, cuentas la tuya. Yo contaré la mía que es totalmente anodina.
Estamos en el año 70. La música se escucha casi en la intimidad de las casas. El puto país es una mierda acojonada.
Yo tuve conocimiento de Paco Ibáñez en el 66 aproximadamente, cuando grabó un EP y tuvo que huir de España, por cantar “Poderoso caballero es don dinero”.
Una tarde de invierno de ese año 70, yo estaba en casa de mi querido amigo y poeta, Juan Quintana. Leíamos poemas de Félix Grande, gran amigo de Juan, de su libro “Blanco Espirituals”, publicado en Mayo de 1967 por el Gobierno Revolucionario de Cuba, Casa de las Américas. Dicho de paso, tengo un ejemplar de la primera edición.
Pasamos a leer, bajo la voz emocionada de Juan, al poeta César Vallejo. Juan lloraba con los versos del peruano. Y entre poema y poema le daba un trago a una copa de coñac.
A la caída de la tarde, Juan anunció que tenía un vinilo doble recién llegado (poseía una de las mejores colecciones de jazz y blues) pero que en esta ocasión se trataba de un “perseguido”: El disco en directo de Paco Ibáñez en el Olimpia de Paris. Silencio sepulcral. Magia. Parábamos el tocadiscos para comentar lo que estábamos escuchando. Estábamos acojonados. Repetíamos algunas canciones. El volumen bajito. “Palabras para Julia” mereció algún comentario. Juan tenía los poemas de Goytisolo, sabía que no era una canción de amor a una mujer. Era una canción a su hija. Comentamos cómo daba a engaño la forma, el tono en el que estaba escrito. El poema musicalizado por Paco no aclaraba nada, es más daba a entender lo contrario, que era un poema de amor a una mujer llamada Julia. Juan aclaró este equívoco.
Salto en el tiempo. Esta historia es menos anodina. 1976 (la memoria me patina) Yo vivía en Carabanchel Bajo y unos amigos en Carabanchel Alto. Estábamos en Aluche y decidimos irnos paseando, pegados a las tapias de la cárcel. Yo caminaba delante de mis amigos y amigas. Siempre he silbado bastante bien. Siempre me ha encantado silbar. (Ahora la gente no silba, escucha música por la calle a través de unos cascos, para parecer tristes) De manera espontanea, o no, comencé a silbar “Palabras para Julia”. La cárcel estaba a oscuras, luces intermitentes aquí y allá. Los muros eran altos, pero hasta donde podíamos ver, las ventanas se empezaron a abrir y un coro de voces de presos, acoplándose o desafinadas, al unísono, mientras las ventanas se habrían aquí y allá, corearon “Palabras para Julia”. Hasta que alguien desde dentro de la cárcel gritó: “Silencio coño”. Y desde una garita nos espetaron: “Hagan el favor de dejar de silbar, joder”.
Fue uno de los momentos más hermosos de mi vida, durante la puñetera transición mal contada de este país.
Amiga Lucia, las últimas palabras de tu comentario dejan ciertos enigmas en el aire, ¿tú dirás?:
“A mí no me gusta escucharla, me recuerda lo que pasó. Los consejos que se dan carecen de sentido si no se siguen”.
Y decirte, amiga Carmen, que con esta “educación musical reciba” no puedo escuchar ninguna versión de “Palabras para Julia” si no es la de Paco Ibáñez. Cosas de la subjetividad.
Un beso para las dos. Y prometo no volver a recordar de manera tan extensa.
Blogger devuélveme los comentarios. Eran de Carmen, de Lucia y mío. Incompetentes los de Blogger.
yo que tú no confiaría en blogger
el día del agujero negro del blog yo tenía dos comentarios y los he recuperado copiándolos del correo y pegándolos
ya sabes, a veces uno tiene que hacer el trabajo de los demás porque si no sencillamente se queda sin hacer
un beso
Borré los correos, Carmen. Yo sólo no puedo contra todos. ¿Nos organizamos? Aunque creo que aún no hemos superado el método de organización de los partidos. Y no quiero yo formar un partido. Podíamos formar un partido obrero. Y de trabajadores. Que no un partido político. Creo que esta pequeña diferencia nunca la tuvieron en cuenta los ciudadanos de este país. Así nos va de mal. Coño. Ciudadanos obreros, ya que los hay que no lo son.
Un beso.
no se puede confiar en el sistema y tú borras los correos sin guardarlos
no es que no quiere formar un partido de trabajadores, es que ya no quiero ni trabajar Tomás, yo quiero irme a la orilla del mar
un Beso
Abajo el trabajo, ocio permanente. Y cerca del mar. Me gusta.
Un beso.
Hola, Blogger te acaba de devolver los comentarios y el post.
Un beso.
Hola Lucía. Gracias, gracias.
¿Y tú cómo te enteras de estas cosas? Si no me avisas ni me entero. La "tesnica" me supera por los cuatro costado.
Un beso.
Publicar un comentario