He mirado en muchos corazones
y hurgado en todos mis anexos,
he perdido en todas mis esperas
y otras vísceras menos nobles me han alimentado.
Su energía me daba fuerzas
para explorar largas autopistas hacia el sur.
He encontrado playas y el mar
en recónditas calas
ocultas al final de un romo acantilado.
He hallado una sensual soledad
en mi carne morena
y mi beso bronceándose
al sol de un manso tiempo.
Toda mi vida la he solucionado
con el otro, el que va conmigo
hacia ninguna y todas partes:
el plácido inquilino,
la silueta lánguida.
El insólito enemigo
que me ofrece treguas
si dice que me vence.
Yo, un poeta que a veces
se desdice
disconforme
con ganas de abrazarse
a un ruido que siempre me precede
y ya se hizo costumbre.
6 comentarios:
Buena especialidad la de cardiología poética.
Algunos poemas tienen algo de trombo.
Se te nota Tomás, tú tienes arritmias amorosas. Me juego mi prosa...
Todos tenemos arritmias amorosas. Yo sufro infartos a destiempo, y aveces incluso me recupero de soplos de viento en los ventrículos.
Pero esta vez veo que no te ciñes, rozándote el pitón, con suficiente cintura de quiebro, a la ingle del poema.
Este poema me trasmite que el poeta en cuestión está muy bien en soledad y se quiere mucho. Un beso.
Pues anda que tú, Loli.
A mí, un poema, me tiene que venir de boca, de entrada, para recibirlo a portagayola. Luego yo ya le daré esos pases de hondura al natural.
Un beso de domingo, Sofía entrañable.
A portagayola te va a arroyar el morlaco. Repito no te veo cimbre.
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