jueves, 23 de febrero de 2012

Cronícas del pájaro

Diminutos casi no
pájaros acuáticos
lamen con la lengua el ala página
de atrevidas mariposas
que se acercan hasta ellos
para libar bajo sus alas las lágrimas
con las que adornan sus plumas.

Luego se zambullen en los ríos
ofreciendo su pecho escarlata como cebo
y los plateados lomos de los peces
se frotan creen cebarse
para ser devorados
bajo los plácidos bejucos esparcidos.

Cuando comencé a entender la mentira
ya había dejado de ser niño.
Hay un vencejo que construye un nido
con saliva transparente, casi de cristal,
pegado a rocas inalcanzables.
El hombre usa esos nidos como alimento,
mientras que yo descubría
que en tu vientre tatuado de ramas
habían anidado los zorzales
y una pareja de jilgueros.
Cuando comencé a entender la verdad
de nuevo había comenzado a ser niño. 

Adaptar una colonia de avutardas
al paisaje gris de grúas y camiones
requiere una maestría especial
donde el hombre y el pájaro se envidian.
En el interdicto encarnizadamente se atacan
pero jamás huyen
y cuando mueren
se alimentan el uno del otro
se transforman en óbitos nocturnos
en humus estiércol gas cero
un polen animado a perpetuarse
más allá de los paisajes diurnos que borra la noche.


2 comentarios:

HOSTAL MI LOLI dijo...

Genial. Besos para el hombre y para el pájaro que habita en tí.

Tomás Rivero dijo...

Gracias y besos, Loli.