Dulcemente llueve. Me rodea una eterna noche. Ya no tendré palabras para mis versos.
Desvelado, por la mañana temprano Bajo por un camino. En los pazos donde se trama el crimen Ondean banderas goteando anilina. Hay un aire de palomas muertas. Me estremezco otra vez de miedo. Señor, esto es el hombre. Todas las puertas están cerradas. Con nadie puedes cambiar tu sonrisa. En los arrabales banderas agitadas y rasgadas. Deja atrás la ciudad. Tú sabes que todos los días hay un hombre muerto en la cuneta que nadie conoce todavía. Una mujer sobre el cadáver de su marido Llora. Llueve. ¡Negra sombra, negra sombra! Yo sé bien que hay un misterio en nuestra tierra. Más allá de la niebla, Más allá del mar, Más allá de la lluvia, Más allá del bosque.
De Cunetas, Luis Pimentel.
Trágica la viñeta. No sólo por los muertos nunca enterrados. También por los muertos vivos de hoy.
Los muertos vivos de hoy, Shandy. Esos son los a tener en cuenta. Importantes, muy importantes en nuestra sociedad de cadáveres vivos. Y me viene Vallejo. Poema por poema. Pimentel-Vallejo:
ESTÁIS MUERTOS.
Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos.
Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, péndula del zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros no os duele. Os digo, pues, que la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte.
Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se está uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan en los bordes enfrentados y se doblan y doblan, entonces os transfiguráis y creyendo morir, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra.
Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino el no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades.
Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre de vida.
4 comentarios:
Y cuanta razón tiene. Besos.
La razón, ese es el quid, Loli.
Besos.
Dulcemente llueve.
Me rodea una eterna noche.
Ya no tendré palabras para mis versos.
Desvelado, por la mañana temprano
Bajo por un camino.
En los pazos donde se trama el crimen
Ondean banderas goteando anilina.
Hay un aire de palomas muertas.
Me estremezco otra vez de miedo.
Señor, esto es el hombre.
Todas las puertas están cerradas.
Con nadie puedes cambiar tu sonrisa.
En los arrabales
banderas agitadas y rasgadas.
Deja atrás la ciudad.
Tú sabes que todos los días
hay un hombre muerto en la cuneta
que nadie conoce todavía.
Una mujer sobre el cadáver de su marido
Llora.
Llueve.
¡Negra sombra, negra sombra!
Yo sé bien que hay un misterio en nuestra tierra.
Más allá de la niebla,
Más allá del mar,
Más allá de la lluvia,
Más allá del bosque.
De Cunetas, Luis Pimentel.
Trágica la viñeta. No sólo por los muertos nunca enterrados. También por los muertos vivos de hoy.
Besos
Los muertos vivos de hoy, Shandy. Esos son los a tener en cuenta. Importantes, muy importantes en nuestra sociedad de cadáveres vivos.
Y me viene Vallejo. Poema por poema. Pimentel-Vallejo:
ESTÁIS MUERTOS.
Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos.
Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, péndula del zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros no os duele. Os digo, pues, que la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte.
Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se está uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan en los bordes enfrentados y se doblan y doblan, entonces os transfiguráis y creyendo morir, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra.
Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino el no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades.
Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre de vida.
Estáis muertos.
Un beso, Shandy.
Publicar un comentario