Ya no me queda nada.
Apenas aparcado
resumo la noche,
con los ojos cerrados
voy viendo el color negro
en el fondo lejano
de un punto de luz.
Tus ojos me hacen falta
para que dentro de mí
vean
la mirada torva
de sangres irascibles,
este andamio de huesos
que quiere dirigirse sin prisas
a la duda.
Ya no me queda nada.
Una burla extranjera
va vistiendo esta carne
de pétalos de rosa
viejas canciones viejas
y ropa de arrieros.
El jabón de nadie
lavándose conmigo
y ya es nuestra la carne
que tarda en decidirse
si detrás del poema
aun puede haber alguien.
10 comentarios:
No sé si eres consciente de tantas emociones como despiertan tus versos. Al menos a mí me hacen sentir y ver el poema como una sucesión de fotogramas. Se me eriza la piel.
Besos, siempre poeta.
Me gusta cuando tan pocas palabras transmiten tanta melancolia
hay poemas que no se miden en versos si no en latidos de corazón, para mi este es uno de ellos...un saludo
Consciente siempre fui del poder de la palabra. Del poder de la mía, no lo soy tanto. Soy un indefenso, y ella me defiende. Tal vez.
Un beso, Isolda.
Damián, gracias por tu comentario.
La melancolía un don de vencidos, dice M.Vicent.
Saludos.
Posiblemente. Medir emociones nunca es fácil. A veces incluso mejor no medirlas.
Un saludo, Anabel.
Dolor y melancolia dibujas en estas letras
Un abrazo
Un abrazo, Lapizlazuli.
Gracias por tu comentario.
Rivero, permíteme que responda a este texto tuyo con la pregunta formulada en la anterior entrada de tu blog:
¿Tú escuchas como yo cómo cantan los pájaros a las tres de la mañana en este frío y largo invierno?
Besos de una pájara desvelada de su siesta en este extraño verano
Yo escucho, pájara. Escucho el desvelo de tu siesta desde mi propia siesta, reparadora de madrugadas, "..que va vistiendo esta carne de pétalos de rosas.."
Besos.
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