Para Elena
Belmonte
De esta casa salieron palomas
encendidas, sus alas eran de agua y en su pico húmedo llevaban un grano de sal
para sembrar el mundo de sustancias originales.
Y hoy salen de tus dedos paisajes
trazados con líneas negras sobre campos verdes amarillos y malvas. De tus dedos
manan líquidas transparencias, sangre de amapola blanca, ágata y rubí. Y es que
tú vas débil y yo me siento rechazado. Un poeta siempre es el hombre que más
letras añade a la nieve. Sus miedos ocultos en el fuego. Su palabra redonda de saliva amarga.
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