Tú que regresas
de una piedra
a la que
estuviste atado,
y allí había
reptiles
y de sol a sol 24
horas iguales,
la sal sobre tu
piel
y el miedo
secándote la lengua;
tú que viste, sinuosa y lenta,
venir hacía ti la
serpiente viscosa,
insectos carnívoros,
algún ave
carroñera,
y hoy puedes
hablarme
de aquel paraje singular,
de aquel paraje singular,
dime
¿viste si algunas
de aquellas flores
quisieron darte
agua?
Yo las sembré con
esa condición
si algún día un
hombre
que no fuera viajero,
se abrazara como
tú
a la soledad de
la tierra.
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