viernes, 24 de abril de 2015

Memoria

Cubrir aguas blancas con sábanas negras,
lavar nieve con piedra pómez
y evocar el nombre del ataúd.
Con el reverso de la mirada
grabar un breve epitafio en el cerebro,
y ya que la metáfora en estado natural
suele confundirse con la mentira
en estado artificial,
coligar el nivel de esporas
con polen de limones
sobre la negra superficie de la lápida.
Sólo así los perfumes
serán recuerdos imborrables,
fábulas de memorias inmortales.
Y si todo esto no le vale,
para evitar radiaciones,
dúchese con plomo líquido.

Y en las tumbas que no graben nombres.




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