Acaricié tu sexo. Lo hice desde una inocencia que presumía suavidad y
mórbido deseo. Supuse que una leve y abultada hendidura, que se fue haciendo
alargada y profunda, sería el camino que llevaría a mis dedos al abrigo hospitalario
de tu alma. Tus ojos se aquietaron, y mis párpados cerrándose, apresaron tu
mirada. Una vara de fuego comenzó a arder en mi espalda. Toda concreción de la
carne se anuda en mí. Todas las heridas para las reparaciones del alma se
hallan en los pasos perdidos de tus muslos. Entre ellos sé cómo invocarlos, cómo
conjurarlos para que se aparten, para que dejen paso a esa agitación que
necesito. Allí en un sólo punto, en un solo centro, el mundo se hace torpe,
aprende, se enriquece, evoluciona. Allí viven, se reúnen, empiezan y terminan
los caminos, todas las estrellas. Una galaxia cabe, nombra, acecha, gira, se
expande. Gimen las aguas. Sedúceme alegre a pesar de mis excesos; pese a mis recelos, hazme atractivo,
señuelo, engáñame. He de creerme grande allí donde otros se empequeñecen. Quiero
que me hables de un mundo inventado por ese hondo sentimiento de querer silenciarte. Y
que me hagas mudo.
2 comentarios:
Prosa poética-puritita poesía...
Erotismo elegante, delicado "Allí viven, se reúnen, empiezan y terminan todos los caminos, todas las estrellas"...
Abrazo largo, poeta
Gracias por tu comentario, amiga Soco.
Viejo poema que recupero e intento mejorar con el paso de los años. Siempre procurando mejorar la música de los versos.
Abrazo poeta (un día me gustaría poder dártelo).
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