Todavía la tinta antes de secarse
encerró en su alma húmeda
la tersura blanda de un oculto deseo
que produjo en el hombre
-pronúnciense ellas, o no-
esa sensación vana de pérdida
que a veces promulgan los poetas.
Con el paso de los años
a aquel óxido de páginas amarillas
almacenado en los estantes de la memoria
y también en viejos almarios* barnizados
se le llamó deseos vanos. O también
insigne obra de un hombre
que no supo resolver su vida
esperando que otras almas le leyeran.
𓀮 𓀮 𓀮
*almario
1. m. cult. Lugar donde reside el alma.
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