Sin llegar a abrirlas, él
rompía las cartas que recibía de ella
y los múltiples trozos
los iba dejando en diferentes papeleras
repartidas por toda la ciudad
para no dejar huellas.
Pero ella que está enamorada de él
va recogiendo los pedacitos de papel
con infinita paciencia
y minuciosamente los pega
para susurrarle al oído
mientras él duerme
cartas de apasionado amor.
2 comentarios:
ya se sabe, nosotras somos más pacientes... abrazo tomas
Y mejores personas.
Un beso, Lai.
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