jueves, 7 de marzo de 2013

Seres humanos: cetáceos


A mi compañera, hermosa como un bosque de otoño, de robles o castaños, de musgos inferiores, de helechos y humedad ligera, como ella, como ella. Que se llama hermosa porque ambos lo queremos. Queremos un mundo más lindo, incluso que parezca un mundo. Hermoso y soberbio, como yo lobo que habla con los hombres. O las fieras.


A veces, de vez en cuando. De año en año. Cuando se tercia. De manera espontanea. Una mirada torcida. Un paso cambiado por aceras de plomo. Por desiertos de átomos. Un frío de espaldas sudadas, sometidas a una rutina de asumir calamidades, a una rutina de asumir el fin; a veces, de vez en cuando, hoy sin ir más lejos, llega un animal majestuoso y se planta en el ruedo de la vida. Se presenta ante nuestra barbarie.

Transcribo a tropezones la noticia:

El 28 de marzo de 2012, un cachalote de 4.500 kilos y unos 10 metros de largo fue hallado muerto en una playa de Castell de Ferro (Granada). La sorpresa llegó al abrir uno de los estómagos del animal. Lo que había allí era un vertedero de plástico. Los investigadores contaron 59 trozos procedentes principalmente de los invernaderos cercanos que pesaban en total 17,927 kilos. Al final, esos plásticos le habían reventado uno de los estómagos y causado la muerte.

El estómago había explotado y el contenido gástrico estaba por la cavidad abdominal. Tenía en el interior 26 piezas que sumaban 8,1 kilos y 29,9 metros cuadrados del plástico transparente típico de los invernaderos; cuatro restos de bolsas negras para cultivos (que pesaban 0,44 kilos); nueve metros de las cuerdas usadas para fijar invernaderos, y dos mangueras que medían 4,5 metros. Hasta dos macetas y un spray, entre otras porquerías.

El cachalote está catalogado como vulnerable en España y en el Mediterráneo. Se estima que hay menos de 1.000 ejemplares.

Ojo: si hablo de animales o de faunas, no quiere decir que olvide a los trabajadores, esos que también se merecen el término de seres humanos. Así que aunque escriba sobre un cetáceo, no olvido por ejemplo que hace dos días un hombre de cincuenta años se arrojó desde un cuarto piso para demostrar que si alguien tiene cojones para volar es él. Él que voló ante un desahucio. Tal vez porque sintió vergüenza de vivir entre animales mucho más feos que un romántico cetáceo. ¿Pero no forman ambos, parte de la misma trama?

Venga, a seguir sufriendo. Todo es capacidad. Colmo. O comuelgo. La gota que agota no cae nunca dentro de nuestras almas. Me voy a pasear. Solo, como siempre.






2 comentarios:

Pepa dijo...

El hombre es un animal dramático o tragicómico. O como dijo Eduardo Torres en una cita recogida por Monterroso: "El hombre no se conforma con ser el animal más estúpido de la creación; encima se permite el lujo de ser el único ridículo"
De Movimiento Perpetuo

Siempre les toca antes a los más débiles. Pero a todo cerdo le (nos) llega su San Martiño:


El activista medioambiental Manuel Maqueda desgrana los peligros de un material que "ya llevamos en el organismo":
“Utilizado para fabricar objetos de usar y tirar, se ha transformado en un monstruo que amenaza con devorarnos de forma silenciosa, porque está detrás de muchos tipos de cánceres e incluso de la hiperactividad de los niños”

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/03/01/actualidad/1362161097_959192.html

Tomás Rivero dijo...

Tuve el "privilegio" de ver en un documental hace años, la gran mancha de plástico que flota en el Océano Pacífico del tamaño de Estados Unidos, es preciosa. Tenemos trabajo para rato de barrenderos del mar. Un día de estos nos ponemos.
También recuerdo una información de hace unos 35 años, que decía que las focas de la Antártida tenían el insecticida DDT en la grasa.
Los humanos somos muy interesantes. Y los humanos capitalistas que nos dirigen, aún más.

Besos, Shandy.