Si para curar las
alas rotas
de nuestra carne
acaso la semilla
fuera necesaria
sembraríamos
sangre
gota a gota
para tener una
cosecha
de cuerpos sin heridas
que removieran la
tierra
con alarde de
pájaros
y un arado de dedos
buscando bajo la tierra
tu barro y mis plumas.
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