A veces uno se limita a no hacer ruido.
A partir de esa decisión
que no siempre es voluntaria
tu levedad
puede perfectamente formar parte
de eso que los otros llaman
los indiferentes.
Ahora paseas por un arenal
donde el mar
como en un cajón de ajuar
va dejando acomodadas
sobre la playa
las joyas los hilos y las sábanas
que forman parte del silencio.
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