martes, 29 de enero de 2013

Una pasión incontenible

Que cómo me siento? A veces me siento de pie. A veces camino sentado. Y una vez caminé sin moverme del sitio. A veces me tumbo de cuestas. A veces me cuesta sentarme. A veces bajo boca arriba y siempre me pienso asustado. Y una vez puse un pie en los viejos andamios de la vida y sentí ganas de pensar. Otra vez fui levantado del barro y baje cuesta arriba. Ya no tengo espalda, ni huesos maltratados. Ni un hueso blando, ni un pan duro. No sufro del traje y mis camisas caminan solas. A tientas. Algunas noches les abro la puerta y vienen a vivir conmigo. Soy una percha de carne insoportable que las aprecia. Su olor de sudores lejanos acelera mi paladar, reconforta mi memoria de cuando era un indio con pradera en la cintura. Todo es alacena, y aún me nombran los estantes vacíos. Nunca entendí por qué vivo archivado. Más amo las estanterías que esconden la sangre blanca de un poema. ¿Que cómo me siento? A veces me siento a pensar que como, que hablo y acaricio el brazo del hombre que me ama y mastico un pasado de relojes apretados en los puños iracundos de la noche, cuando la mano lenta de ella viene a nombrarme con su dedo de hembra atribulada. Todo se apacigua y el mar se mira en mis pupilas. Hay peces de fuego en todas las miradas. Una pasión incontenible.