martes, 23 de agosto de 2011

Fábula

La mujer sostuvo su mirada
un instante en la mía
y se cruzó de acera:
"Es que tú miras como piensas".



Paseo


Se tapó el recuerdo con la mano introdujo entre sus dedos
la mirada que sienten en la espalda los amantes
cuando se alejan
y deseoso de la nieve gris del labio que no habla
pero besa
sumóse a los paseos que dan los ancianos
tambaleantes
perdiéndose en la noche en el pasado
amargo
oportuno
y secreto
y nadie volvió a molestarle
con silencios llenos de murmullos.



Amada

Amada en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
-César Vallejo-


AMADA,
con valerosos soldados que vinieron del miedo
he intentado seducirte,
lograr que entretuvieras
tus cálidos labios en mi músculo primero.
Amada,
hoy, a esta hora perfecta y mema,
con héroes calamitosos y cobardes,
pedantes treintañeros pusilánimes,
he puesto en todas las fronteras
claveles y geranios, alguna madreselva.
Y para que huela a jazmín tu pubis
de sensual jardín guerrero
he colmado tu alcoba
de esta dulce enredadera.
Y mientras se llena la pagana noche
del aire de tus clámides
y un murmullo de minué
va apagándose en ti,
con un ejército de cobardes rastreo
el silencio de tus ingles
el olor azul de los armarios,
la soledad de margaritas y riberas
en los bordes tristes de la cama.



Sus pezones azules


Sus pezones azules
o también de añil,
su sexo violeta y de amarrilla soledad,
su mirada verde pidiendo
ven, entra en esta mojada selva
y despierta al feroz tigre
que ahora duerme para ti.

Fue así como crucé la maleza
para ser devorado por un manso tiempo
imprevisible y peligroso.
Los siglos hablan de mi gesto
rígido y hermoso
y postrado en la espesura
doy cuerda a enigmáticos relojes.

Ven, entra.