lunes, 5 de septiembre de 2011

El maestro




Escribí poemas entecos
que ardían como teas
y siempre marrullero e impúdico
magreé las palabras.
Siempre he creído que ejerciendo de poeta
sobre mí se extendía
la más implacable persecución
porque sabía que a nosotros los ignorantes
(accede uno a la palabra y la maltrata)
se nos niega el pan
desde hace demasiados siglos;
y ha tiempo que dejamos de beber:
la sequía,
la sequía, gritaron los parias.
Y es que los míos (los míos, los nuestros, los suyos)
siempre poblamos con nuestra carne
las hermosas cunetas
que resaltan nuestro pasado
en una hondonada perfectamente
cómoda
de huesos hermanados.
El poeta sigue flaco,
escribiendo versos paranoicos
con ritmo a compasado.
Tic-tac, tic-tac, dicen los diarios.

Bisontes en el sol


taj mahal & toumani diabate: catfish blues.

Secuencia del poema

Antes y después del poema.
Antes y después del poema. 
Antes y después del poema.
Antes
y después.
Antes del poema
lo que había era un posible después.
Y que sólo después del poema fue alargándose
extendiéndose como la pregunta más difícil
que tendría que hacerse
el poema si después de él 
el antes no significó absolutamente nada.


Lo que dejó el poema
lento macerándose como un después
de nosotros
siempre fue ese antes.
Antes y después de nosotros
de nosotros
siempre.

Antes





















Después





















Antes




















Después

Órdinas (23)

Ande yo caliente y disturbio,
laxo o saxo,
flacucho y flequillo,
ande desnudo como siempre:
demasiado tiempo
pasé en el paraíso.




23/09/03