sábado, 4 de noviembre de 2017

Madrugadas

I

A la callada piedra la llaman ceniza
como al cuello del gabán lo nombran sierra
y al decapitado hombre
que quiso vestirse esta mañana de almidón
lo llaman pila y cal.
Desnudo para siempre de su cuello
va quedándose mudo y solo
mira y no ve
que a estas horas muertas de su alcoba
lo llaman madrugada.

II

En la madrugada celaje y niebla
tus piernas y las mías entrelazándose
despertándose
desatándose el uno
de los mirlos blancos del otro
desperezándose
como cuatro ofidios de amor.