lunes, 7 de mayo de 2012

Los piquetes del paro

La postura ecléctica
los días sin pan
el zapato erótico
los años en la escasez
la muerte sin libreta de racionamiento.
La caspa
el bisoñé
la tarde de mesa y baraja
los besos escondidos
las masturbaciones diarias
la verdad
el miedo a la bofetada dialéctica
el cuerpo mudo que hora a hora cornea
nuestro inmejorable hígado
los días alternos: uno si otro no.
La sombra
la calamidad
el calendario y su antídoto:
los días muertos.

La nada
porque no hay nada no tenemos nada
mire vuelva otro día
quizás entonces.

La tierra la cama
la sombra con la que a diario haces el amor
seno profundo donde deslizas la ilusión
o un viaje de placer.
La palabra con sabor a rastrojo
a tabaco
la palabra sin color
con olor a paro
con transparencia de cristal.

La calle diaria
la mujer la mujer
la casa
la barra de pan.
El día que te levantas temprano
y es como si se levantaran todos
menos
tú.
La cal
esa cal de vieja pared
donde te recuestas esperando
esperando a tu inefable Godot
permeable y cariñoso
que tarda se retrasa
tú sabes de otros que fueron en su busca.

Y llueve sobre tus orines
te meas de rabia y placer
clandestino e ilegal
sospechoso de ser alguien
entre calles que no te pertenecen
y que dudas existan.
Hace frío,
mucho más que nunca,
porque coincide
con el invierno de tu corazón,
y escupes sobre mojado.

Hace viento
y ni un puto pitillo
que llevarse a los pulmones.