La postura ecléctica
los días sin pan
el zapato erótico
los años en la escasez
la muerte sin libreta de racionamiento.
La caspa
el bisoñé
la tarde de mesa y baraja
los besos escondidos
las masturbaciones diarias
la verdad
el miedo a la bofetada dialéctica
el cuerpo mudo que hora a hora cornea
nuestro inmejorable hígado
los días alternos: uno si otro no.
La sombra
la calamidad
el calendario y su antídoto:
los días muertos.
La nada
porque no hay nada no tenemos nada
mire vuelva otro día
quizás entonces.
La tierra la cama
la sombra con la que a diario haces el amor
seno profundo donde deslizas la ilusión
o un viaje de placer.
La palabra con sabor a rastrojo
a tabaco
la palabra sin color
con olor a paro
con transparencia de cristal.
La calle diaria
la mujer la mujer
la casa
la barra de pan.
El día que te levantas temprano
y es como si se levantaran todos
menos
tú.
La cal
esa cal de vieja pared
donde te recuestas esperando
esperando a tu inefable Godot
permeable y cariñoso
que tarda se retrasa
tú sabes de otros que fueron en su busca.
Y llueve sobre tus orines
te meas de rabia y placer
clandestino e ilegal
sospechoso de ser alguien
entre calles que no te pertenecen
y que dudas existan.
Hace frío,
mucho más que nunca,
porque coincide
con el invierno de tu corazón,
y escupes sobre mojado.
Hace viento
y ni un puto pitillo
que llevarse a los pulmones.