lunes, 9 de enero de 2012

Armonía (3)

Tomé de tus trotes reuniendo cosas
algunas prendas arrebujándose
en bolsas amplías
ibas diciéndome
contaba algún reproche
sentía la peculiar pena
que los hombres sienten
me sacrifiqué en diques de agua
fui haciéndome paladar y boca de madera
miré a los otros que andaban ciegos
recorriendo la tierra
y tomé tus manos
ensamblando ejes como dedos
aceleré las tintas
fuime a pique
de tanto romper versos
resido como un poso
en simas sordas
pero aún conservo la tímida
biografía de una hierba.

¿Y qué hiciste por mí en todo este tiempo?

PANGEA

Yo era un habitante de Pangea
era un guerrero pálido
de una tierra febril.
Los aires ardientes con furia dejaron
impresa en piedra mi silueta
y me incliné fósil sobre abismos
recorrí como luz placas tectónicas
flotando sobre el fuego
alimentado por encrespados magmas
de violentos volcanes ígneos.
Y fui nieve aquel día que tus labios
cruzaron el umbral del trópico
condenándome a ser soledad
en la sabana un breve instante
nieve perpetua
un eterno glacial.

Yo fui un pez que quiso salir del agua
surcar el cielo echar alas
durante siglos desee arrastrarme
sentir el latido de la tierra
en mi vientre de serpiente
o en mi sexo de homínido
comencé a trepar por lo que más tarde
serían bastiones
escalinatas o cumbres donde el sillón
toma cuerpo de becerro
de robustas patas de cíbolo
búfalo carabao de pródiga robustez.

Así fue como conocí el alto standing
tomé categoría de serio
sería mucho más que un hombre
gané honra y reputación
inventé los nombres entre máculos
daguerrotipos.