lunes, 28 de septiembre de 2015

Akhal-Teke

Y tú, tú tráeme un caballo sirio
cuando vayas al mundo a pedir explicaciones
de tu abundante errar,
de tu náufrago interior sin barcos ni remos
por desiertos, praderas o mares muertos;
tú tráeme un caballo sin bridas
de tus continuos viajes
alrededor del mundo o de tu piel,
deja que yo le ponga bridas al trote
y aprenda a llevar bajo mis muslos
un caballo salvaje con ojos de arroyo claro,
deja que él y yo sepamos más de ti,
que tu cabellera sea la crin que ahora sostengo
entre mis dedos, vacíos de ti,
y que palpan, en un relincho,
el aire, como una queja.