miércoles, 1 de diciembre de 2010

rosa y verde

Lunes

Hoy me pongo a escribir y es lunes
y parece que quisiera retirarme
reunirme o reencontrarme
tal vez aparecerme estar presente
u ocultarme
preso desaparecido en cárceles.

Hoy me pongo a escribir y no es lunes
y no se si hago bien en desdecirme
o mal en cobijarme
salir a un exterior de miedos marrones
dónde sólo soy barro soplado por un dios
ocioso y vengativo
amo de aquél paradisíaco Edén.


Mensaje en una botella de corcho




Yo soy un invisible. Tú eres una invisible. Catorce millones de obreros de este país son invisibles, creo que lo sabes, o te haces la tonta, o como si fueras hombre, incluso el tonto, para seguir con una venda en los ojitos que no le hace ningún favor a la poesía. Amas a la Pizarnik, tal vez a poetas de otras tierras, a Edmundo De Ory, a fulano de tal, a perico de los palotes. Pues si es verdad tu amor por ella, por él, por tantos, ama lo que ellos amaron. Busca qué le dolía a la Pizarnik. Murió en nombre de los invisibles que poblamos la Tierra. Un planeta que se llama Tierra, ¿no te llama la atención? Tierra. Agua. Barro. Formas. Nos vamos dando forma. Tú a mí, yo a ti. Ni tú ni yo tenemos la misma forma desde que compartimos. Desde que compartimos. Hoy soy otro por decir palabras nuevas. Para ti. Para el viento del sur. Para esta primavera disfrazada de otoño. Estas palabras que son agua y barro. Formas. Pasa el tiempo y sigo sin saber qué hacer contigo. Con el comité central. Con los girasoles, que no dejan de joder con la pelota: girando en torno a un sol sin portería. Y quiero vivir ignorando las formas que te dan nombre. Siempre te quiero. A pesar de ti. De mí. A pesar de los dos. A pesar de que es imposible amar. Fin del mensaje. Acaba la historia. Todo se recicla. Somos eternos. Cenizas por tanto. El soplo frío de un dios enfermo.