jueves, 10 de marzo de 2011

Muerte del poeta


Te has ido, yo sé que solo
y a mí me toca
con mis dedos impuros
abrir tu boca
oírla
chupar en ella tu lengua
pérfida y pecadora
hombre embravecido y pequeño
inútil
poeta y músico a la vez
que en tu alma crepúsculo te agotas
cada tarde
cuando llega el crepúsculo
y se apaga el suave olor de los limones

Pérdidas























Ya no poseo aquella belleza fea y salvaje.
He perdido el encanto que me hacia indeseable.
Estoy lacio como hoja de lechuga muerta
y mastico las flácidas horas del feliz desastre.
Ya no robo libros de sobrias librerías
ya perdí la elegancia
la altiva majestad
de despojar vinilos elepés
de peligrosas tiendas diáfanas.
Hacer aquí algo resulta peligroso.


Todo está bajo sospecha
aquí no se fía
y sabemos que luego será tarde
para pagar tanta deuda.
Me han dejado solo
aquellos cobardes
que antaño fueron héroes
y que entonces estaban valientes
por que eramos muchos
en las calles y plazas
y detrás de las puertas.