Ha esperado llegar a los cien. Y uno. Y se ha muerto.
Como si la muerte existiera. El 31 de Enero pasado.
Max Ernst, aprendió a ser su marido.
Dorothea Tanning. Cumpleaños. 1942
Tal vez no acabe nunca de hacer este poema. -J.M. Caballero Bonald-
miércoles, 8 de febrero de 2012
Tiempo, tiempo inacabable
Como la tristeza de los tristes
y los sonrientes mayoría ,
la dulce mirada necesaria
o los árboles mecidos por un suave viento .
Crecen los días alternativos
mezclándose en un nosí de emociones,
se repiten las claves para saber,
para poder acceder a un beso.
Abúlico ,
me desplazo por enormes ciudades
repletas de seres jóvenes y viejos ,
son ríos son torrentes
hacia inciertas desembocaduras .
Miro cómo crece la albahaca los días de sol ,
la lluvia resbala alegre
cual lágrima triste
contra ventanales vencidos,
y unas risas llegan desde ese lado
donde todas las cosas se confunden ,
se comprenden, se entremezclan ,
se alimentan de nostalgias
o de las más grandiosas alegrías .
Un amigo
que dejó una nota en mi puerta
y ese fue su adiós. Nos vemos, dijo.
En los días que siguieron
recibí noticias de un poeta, una amiga
mi amante ,
querían saber de mi salud o mis versos ,
les era indiferente el orden.
Y un reproche: “nunca dejas que te abracen”.
Cada noche hablo con una estrella ,
o ceno una ensalada.
Si el verano me alcanza
haciéndome viejo , con su canícula de óxido,
tendré que simularlo dorándome
en la mar de arenillas, conchas, luz.
He llorado al escribir porque no sabía
y he escrito tan feliz
como un gran escritor.
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