jueves, 27 de octubre de 2011

Poesía social. O no.

Vete tú a saber si como dice Otero
se escribe como se habla o se habla como se escribe
pero sin duda
se escribe para dejar de hablar
aunque palabras de un dialogo obtuso
vino a decir mi otro amigo
Quintana
que no solucionarán el problema
justificando el fracaso
pero vete tú a saber
ya que por aquí en estos pagos
no se encuentra el portento
que denote que estuvo o está
cerca muy cerca de mí
el número uno de las letras
el vate multicolor
el que pondrá orden a este cántaro sonoro
panza de barro de resonancia mimética
el eco que debe repetir palabra por palabra
milímetro a milímetro
de lo contrario quién nos quiere joder
desde la envidia el duelo
de bocas hueras con sangre en las encías.
Maldita caries literaria.

Porque de haberle partido la boca
a este tardío escritor
que amenaza con leer o publicar un poema
en la lengua de su pueblo
ahora no estaría escribiendo
pues como dijo Otero
nunca se debe escribir como se habla.
Sobre todo cuando se trata de hablar menos
y echar manos a la obra.
(Las chapuzas, el destajo
fueron nuestra perdición).



Si acaso un breve paso diera.


Si acaso un breve paso diera
transitando a través de la nada...
Si a pesar de todo una ruta no es suficiente
y preciso unos pasos previos por el bosque...
Huiré de las sombras.
Acabaré el laberinto.
Las técnicas exactas
hicieron mella en mi contra
yo pensé que la vida era torpe
y ahora que tú sufres
me enfrento a la muerte
con contenido valor
abriendo ventanas:
encendiendo su luz.
Cesar. Confirmar excedencias
la falta de algún camicace
esnifar sacacorchos
afilar con las uñas vidrios rotos
su viruta de cáncer.
Dimitir de la ausencia. 
Amar en una noche donde nadie
sabe encender una pequeña vela
y tras los visillos el silencio cae lento
se aposenta
con esa lentitud pabila
que posee la oscuridad.
Con una palabra grave pongo
nombre a las piedras:
tú te llamas tránsito azul
de cuando era
tan sólo un vago recuerdo.