martes, 28 de mayo de 2019

Padre Poeta

Mi padre en un día de paseo y bicicleta, día de grillos y mayo, dispuesto a demostrarme una vez más que yo tenía que aprender muchas cosas de la vida, me urge ante la extensa pradera: "Anda demuéstrame lo que sabes". Y ante los negros insectos y su canto de élitros, margaritas, amapolas y vuelo de palomas torcaces, guardé un largo silencio. Silencio que más tarde sería la base esencial para poder escribir poemas. Gracias padre por tus perentorias y exigentes palabras para que yo fuera un hombre solo ante el paisaje primavera y dulce de la vida.

domingo, 26 de mayo de 2019

Confidencia

.-¿Sabes una cosa muchacha?
.-¿Qué?
.-Que yo mojo las fresas en vino blanco.
.-¿Y qué? Una extravagancia más.
.-Ya, pero soy muy feliz. Es como mojar pan en el sol y tomar luz por la boca. Y si esto lo haces frente al mar, es como si entendieras el navegar triste de los peces.



sábado, 25 de mayo de 2019

Los días de amor

¿A qué nos estamos enfrentando?, pregunté. Y yo pensé con ella. Y ella pensaba conmigo. Mientras me alejaba, dando un rodeo de silencio a las cosas infinitas de la vida, la oí decir: “Eres una delicadeza excesiva y exquisita. Una brutalidad esperpéntica. La contradicción, la paradoja. Todo hipérbole.”

Quedé pensando en sus palabras. ¿A qué carácter excesivo y exquisito (tal vez una excesiva nobleza, como pudiera ser la actitud de un árbol que va a ser derribado por un hacha y permanece inmutable, resignado) nos estamos enfrentando? Creo que en esas palabras pronunciadas por ella había un camino infinito que yo había recorrido durante medio siglo, y el cual ahora recorremos juntos todos los días. El camino. La manera de estar en él. El poema latiendo. “Aquél anciano ciego sentado bajo el almendro, que abría las almendras con las manos. ¿Cómo lo haces, le pregunté? ¿No ves que soy ciego?”. No ves. No veo.

Volví a mirarla. Sus ojos miraban a mis ojos. Y dije: “Te alimentas de mi no.” Y volví a decirle, esta vez con la boca cerrada, para que pudiera oír mis pensamientos: “Te vistes con la luz apagada, sentada sobre la cama.” Pero no me oyó. No ves, ciego.



miércoles, 15 de mayo de 2019

Poeta

Poeta, para oír el leve roce que produce la piedra en su pacífico frotamiento de durezas, incluso las desavenencias con otra piedra, y por qué no, el sonido a semillas de las muelas del molino en su masticar íntimo, tienes que tener las manos inmersas en harina.