jueves, 7 de noviembre de 2019

Tintas

Todavía la tinta antes de secarse
encerró en su alma húmeda
la tersura blanda de un oculto deseo
que produjo en el hombre
-pronúnciense ellas, o no-
esa sensación vana de pérdida
que a veces promulgan los poetas.

Con el paso de los años
a aquel óxido de páginas amarillas
almacenado en los estantes de la memoria
y también en viejos almarios* barnizados
se le llamó deseos vanos. O también
insigne obra de un hombre
que no supo resolver su vida
esperando que otras almas le leyeran.

              𓀮  𓀮  𓀮

*almario
1. m. cult. Lugar donde reside el alma.

Cosas de la resaca

Hay demasiados notarios de la poesía. Yo diría incluso que no hacen falta notarios, de ahí que el problema de la poesía y sus largas colas en el mercado editorial, pueda derrumbarse, caer como cae un libro sin pena ni gloria de los estantes carcomidos: polillas y lepismas de paciencia, en dulce simbiosis de mohos, deglutiendo restos orgánicos: la harina y la cal del poema. Al fondo de la sala, sobre el buró de caoba, entre folios en blanco, un poeta llora amargamente. A sus pies un cadáver muerto, de lo que antes fue un insignificante cadáver vivo con posibilidades de salir adelante de todos los despachos de la gloria.

Poema

De niño aprendí complicadas palabras
en un diccionario que me regalaron en la escuela.
Ya de mayor todo fue más sencillo,
tan sólo tuve que colocarlas de manera aleatoria
para entender que la vida
guarda un orden interpretativo.


Parte médico

Tengo los pies fríos, morados, cerúleos y un sabor de naranjas amargas en la boca, pero también un frío de caries atemporal y hueso crujiente, mastico luz y brilla la luna, muerdo y tengo un aerosol de arcoíris en el paladar. Tengo los pies fríos y me duele el esplendor de la planta del pie. Tengo una noria en las ingles y también un cuarzo azul en las orejas, un graznido persistente a cuervo humano, y a pesar de que me rindo estoy solo.

La última luna del sur

“...entre las efusivas madreselvas y en el fondo ilusorio de los espejos…”
-J.L.Borges-

La última luna del sur la última luna del verano
los altos manantiales del mar llegando
bajo las arenas negras del desierto
toda mi vida repartida ahora
al final de mis días
por estantes de viento agua y bosque
en el fondo ilusorio de los espejos
o las efusivas madreselvas
mis estantes de libros moviéndose
entre flores vulnerables de cristal
como se mueven mis ojos preguntándote
una mirada ansiosa que busca
el verso oculto apretado entre los dedos
una huella de sangre en cada página
y el miedo ofendido dispuesto a ser tan sólo
un recuerdo en la memoria de nadie.

Rito

En la inmensa extensión de arena
sólo queda una gota de agua
pende y late
palpita y su presencia roma
extensa la sed y el silencio.
Plaga a plaga sube por la lengua
y anida epidemias en el borde aterido
de las exequias del hombre.
Él reza en una cueva al fondo de la cual
ha puesto un altar una humilde pira
y una copela de cristal con aceite.
Una lamparilla encendida recorre la sombra
de un cuerpo muerto proyectándose
en las toscas paredes de la gruta.

Lleva años esperando un milagro.