sábado, 14 de abril de 2012

Abril. Siete, quince, catorce....



……………………………………..Pero atónito,
¿qué buscan –me pregunto- los ciegos en el cielo?



Charles Baudelaire nació en París, el día 7 de abril de 1821. Aquél día, fue un día despejado. Sin nubes. No había aguaceros que despejasen la futura muerte de Vallejo, ciento diez y siete años después, el 15 de abril de 1938. Así que el cholo se murió en París y no se corrió. A Baudelaire le dio lo mismo. Algunos poetas, por muy poetas, no se adivinan en el tiempo, los unos a los otros.

Hoy, 14  de abril de 2012, 191 años después, Baudelaire de no haber muerto, tendría un fuerte dolor de cabeza. Y le faltaría toda la dentadura. Tendría un blog que se llamaría Caroline, como su madre. Y nadie le querría publicar un poema. Es más, ni leerlos. Uno es víctima propicia de su tiempo. Entre el romanticismo y la cirrosis andas siempre muñeca. Perdón. Hoy 14 de Abril, viva La República. La República o un clavo ardiendo. O 81 años.
De blogero triste, Baudelaire, un día se pegaría un tiro. Y “Las flores del mal”, que tantos quebraderos de cabeza le dio al poeta, hoy que manipulamos el "adeene" de las rosas, para que parezcan melones, no tendrían olor y serían borradas del disco duro.

Y Théophile Gautier, romántico empedernido, viendo nuestra soledad de anacoreta, recitó estos versos de su amigo: “Tú sabes, lector, del sutil monstruo, / tú, hipócrita lector –mi igual-, ¡hermano mío!

Evidentemente todos sabemos a qué monstruo se estaba refiriendo Baudelaire: La Red. Que como esas redecillas goyescas que recogen el pelo, nos tiene recogidos también a nosotros, en un manojo de cabellos ensalmados. Así que el poeta de hoy, va de casa a la “performance”, que es como quedarse en casa, pero haciendo el momio en público.


Y yo, 191 años después, también me sigo preguntando, dónde mi hermano, mi igual.
Viva Charles Baudelaire. También él es espectáculo. Una forma distinta de mirarse en el espejo. Una forma meliflua de abrir el frigorífico, y cenar lentejas guisadas un 14 de Abril.
Mas le queda un campo sin explorar al poeta de París, el del proletariado de 2012, que ahora está en crisis como nunca, y posiblemente se quede flaco, melancólico y lacio: cerca por fin del romanticismo y sus aledaños, y todo por falta de papeo. No hay mal que por bien no venga.

P.D.

Tengo una edición de “Las flores del mal” del año 1966, (Editorial Mateu) traducción de Ana María Moix (la panzada de traducir que se pegó esta mujer) y un “come come”, como un hormigueo: ¿cuántas monedas de oro me darían hoy por ella, teniendo en cuenta la hermosura de sus páginas amarillas y la grasa dactilar, color marfil, que fui dejando en ellas? Pregunta cargada de inocencia. O no.