miércoles, 16 de noviembre de 2011

Siervo de la gleba

  
Me he mirado en muchos espejos pero ninguno
como el tuyo,
ninguno como tus ojos cuando al atardecer
se cubren de sombras o cuando al amanecer
se llenan de aquietada luz,
y así somos dos seres que paseamos
el mundo desigual e injusto,
y si te miro de soslayo y tu boca se abre
para oírme,
desde las fachadas
el viento trae recuerdos de cuando éramos
esclavos y tristes.
Me he mirado en tus ojos una noche,
abatido, afligido tal vez por ruidos lejanos,
provenientes de cualquier frente donde la guerra
habilita, franquea las puertas a la muerte,
mientras en las plazas los hombres
guardan un fantástico, cómplice y difícil silencio.

Yo sólo soy un siervo de la gleba.

Un apelmazado terrón,
un pedazo húmedo de barro,
criado de la lluvia y de la selva,
siervo de sus fuentes verdes,
un paria un mancebo y un clown
y hasta a veces soy una serena y sedosa
lluvia que lubrica a las sirenas,
allá en alta mar,
allá donde los barcos giran y se pierden por rutas
inválidas, inútiles de instantes fáciles.
Soy un siervo de la gleba en terreno del señor,
profundo esclavo lamido a latigazos;
cruzado por hondos verdugones y cardenales
largos y melancólicos,
hoy en este solitario día catorce.


Soy un pordiosero
agregado a la embajada del dolor,
del asfixiante clima de pastos y rastrojos
por donde se arrastra la serpiente canícular
dulcemente devorada por el sol,
en España y en América en mis geografías favoritas
y mi soledad claudicante.

Yo sólo soy un siervo de la gleba.


Citas desinteresadas

"......cuando al quemar los libros se procura quemar
también al poeta, queda claro que nadie, por asombro
o escándalo, pregunta cuál es el sueldo del verdugo."
-Vladimír Holán-