viernes, 1 de octubre de 2010

déjame abrazar tu taza


No tengo pasado.
Qué suerte tuve recordando
el olor de tu sexo
grabándose lento en mi lengua.
Eras un paladar denso
alargándose hasta mi pobre memoria
de poeta roto
que olvida los perfumes.
¿Para qué señalas el norte
abriéndote lenta,
como el morado perfume de tu sexo?.