Pongo punto final, digo: "esta mano no responde a estímulos, como el roce de tu pelo, o la humedad de tus labios; es insensible mi piel a los apremios de tu pubis". Y se cierra lentamente una puerta tras de mí, bajo las escaleras con las manos en los bolsillos silbando una canción vieja, de cuando era muy flaco y joven. En la calle pájaros y humo, simbióticos involuntarios, anidan en las ramas más altas. Tengo que leer "Aden Arabia" de Paul Nizan.
Tal vez no acabe nunca de hacer este poema. -J.M. Caballero Bonald-
sábado, 4 de junio de 2011
Millones de pájaros...
Cuco diametral de invitado huevo
aquí estás derrochando orfandad
tú solo en bosques y arboledas
si parásitas los nidos te tornas
incierta soledad.
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