miércoles, 18 de mayo de 2011

Conil



Viento de levante. Se mueven las palmeras
un vuelo apresurado de gaviotas cambia de rumbo
y dejan su cuerpo al pairo entre dos vientos
esa levísima quietud del no esfuerzo
para precipitarse luego hasta el agua casi mansa
de la mar
la mar empujada por el viento su fuerza de oleaje
el viento que riza las olas
y llueven de sus crestas salpicadas gotas de mar
sobre la mar. La mar ardiendo.
Hay una soledad perpetua en el mundo
nunca hubo tanta
y aunque tú misma llegaras ahora hasta mí
nada cambiaría
hay algo de miedo en este abandono
las calles me apetecen repletas de ti
me alegra saber que jamás vas a leer estas letras
o estos versos
estos silencios de música perfecta
rotos por el levante de Coníl
su rumbo incierto de luz y de misterios.
Saber que tu incertidumbre es mi agua
y tu sed dolorida certeza de que siempre te querré
amor las playas las dunas suavizadas por el viento
cambiando de forma su volumen de sombras.
Llegar hasta este lugar me fue fácil.
No quiero que vengas necesito que tu ausencia
lo justifique todo.