martes, 22 de noviembre de 2016

Espejo

¿Hay otro que escribe mejor que yo?,
preguntó el estúpido poeta ante un espejo
negro, quebrado su azogue de arrugas,
donde la piel de ácidos limones
lo sostenían en vertical paciencia de tiempo,
y vértebras rancias de cecijuntas dudas,
colgado al pairo de una pared de escarpias óxidas.

Y el espejo, como despertando de un sueño,
vagamente respondió:
¿Y cómo quieres que responda a tu duda
de vate viejo y mostrenco,
si hace años que no te atreves
a pasar sobre mi oscuro criterio
el cálido paño que me limpie del polvo
que tus versos acumulan?