viernes, 8 de julio de 2011

luna llena

Como esdrújulas pones imanes en tus sienes
y desde allí orienta la luna su furor de metal
los insuficientes besos que nunca quieres darle.
Inactiva se activa la palabra en tu lengua
de ella parte un tren cargado de palabras
que laxa pronuncias contra el lodo ancestral.
Tu labio leporino abierto a la maldad
oquedad entre dientes cuando el lirio blanco
fue puesto sobre tu carne fogosa y gélida.
Cercana ya la tumba una carta escribiste
con espinas celestes y perfume de rosas
contra el húmero negro que invadió tu tintero.

La muerte tiene aroma de cieno y miel
sabor a un beso dulce que no te dio nadie.

Si te mira la luna debes abandonarte.

El origen del mundo


Te quiero caliente, enferma.
Con fiebre. Enajenada.
Te quiero inútil. Sin fuerzas.
Y quiero tu coño azul
temblando entre mis dedos
cálido y sediento
templado
como un metal noble.
Y si estás ausente y te preciso
será en las arenas
cerca de las playas
que se resignaron
ante la continua tormenta
ante este temporal
de muslos abiertos
ante estas ruinas
dónde mi falo de poeta
pone semen de miedos
en tu sexo
hinchado y cobarde.
Preciso tus manos en mis testículos
calentando una promesa innoble.