De pan con alcoba está hecho
el velívolo sexo que cubre con su vello,
entre los acogedores muslos,
tu húmedo horno
dónde dulcemente es endurecido
el barro de mi alma,
que al alba,
(tiene otros horarios)
te penetra.
Agónica lo amasas durante horas
y el éxtasis venial
redondea con excelsa lentitud
una felicidad de pecado mortal
un ruego
de necesaria y perentoria solicitud: