martes, 2 de diciembre de 2014

El sentido trágico de la vida

Leo a César Vallejo
en tarde ociosas de caramelos de menta,
y cuando todo parece estar perdido
me arranco la piel con Pablo De Rokha,
que le añade aguardiente de orujo
a la palabra lengua
y paladar a la pólvora quemada.

Y me voy salvando de la vida.

Me salva una edad provecta
de cuando el hombre conocía
la palabra generosidad,
el sudor de la  bondad
y el motivo de las cosas.

¡Ah! y si cierro los ojos,
mi compañera se acerca despacito
y me besa los párpados
a la vez que recita unos versos de Lois Pereiro:
"...e as veas convertidas
en túneles de acougo e perigo
sulagan o corpo en mil soños
cando a lene escuma da sombra
anuncia as visións
que presinto."

Y así puedo resumir mi sentido trágico de la vida.


El jabón de la noche

Buenos días Babel,
las aguas bajan mansas
en la ciudad de las lenguas,
se desnudan en sus orillas las mujeres
y lavan sus enaguas de lino
con el jabón de la noche.

Amaneces Babel,
un dátil de oro se eleva manso
y deja atrás la noche caoba del oasis.
Una palmera de plata
va hundiéndose lenta
en la arena roja y malva del desierto.

Entre nubes de ceniza
de hogueras que se apagan
hay un nuevo amanecer
donde toda palabra va olvidándose,
residuo de una lengua
que ahora aprenden los lagartos.