lunes, 7 de mayo de 2018

Vuelos Invisibles

Cuando comencé a entender la mentira
dejé de ser niño,
pero busqué la belleza para protegerme,
huellas sobre la arena,
el eco de un sonido lejano,
un libro con un silencio dentro.
En un país extraño
hay un vencejo que construye su nido
con saliva transparente, casi de cristal,
pegado a rocas inalcanzables.
El hombre escala esas rocas,
se descuelga por simas
y usa esos nidos como alimento.
Se cura así de la nostalgia de volar,
su deseo de alas invisibles.
Mientras, yo descubría una tarde
que eras una verdad imprescindible,
mi abrazo de agua y soledad.
Había comenzado a ser un hombre
que se acunaba en tu vientre
con alas transparentes de vencejos,
mi deseo incontenible de querer volar.