I
Siempre escribía con pluma
aunque muchas veces deseó la pistola
para defender algunos razonamientos
con el temblor de la muerte entre los dedos.
con el temblor de la muerte entre los dedos.
Y en la soledad o solo no dejaba de pensar
que ambas funcionaban con un cargador.
Escribió,
durante cincuenta y cinco años escribió
y en todo ese tiempo nunca pasó nada,
todo lo que escribía gustaba a sus lectores.
Sus libros se vendían.
Sus libros se vendían.
Un día intrigado abrió la pluma
y al apretar el cargador este escupió
unas balas mojadas.