cuando el amanecer era de bohemios
para amantes locos,
cuando el amanecer permanece solo
y alguien abatido se perdió
en el desolado litoral.
Los barcos giraban,
las redes horadaban olas broncas
y los peces huían sombras de plata.
Empecé a notar en la cintura
labios de ola y besos de agua,
allá, en el marino arenal, al alba,
cuando el viento dormía
y mis caderas se iban cubriendo
de amapolas blancas.
Empece a notar en la cintura
el
balanceo del mar,
yo era una barca loca,
abandonada a la deriva, abatida y
triste
en busca de un desgarrador sueño
de náufragos perdidos.