Para combatir el aburrimiento de una sociedad
en decadencia
me masturbo como si fuese un hombre importante
que trasciende la vida
la vida que me concedió el placer de poder disfrutar
de las pulsiones sistémicas de Onan
con una pulcritud de pañuelo de seda
que se hace depositario de mi semen
tras esta lenta y paciente caricia
que va dejando envuelta en hilos
pétalos de mi genética
un poco de ignorancia
mi perfil de enfermedades
el color de mi pelo y la forma extraña
que tengo de señalar con los ojos
los pájaros que huyen poco a poco de mi frío.
Hecho pulcra mortaja de relajado placer
vivo en una sociedad libre
que me permite poder contar
todos los momentos de soledad
por los que pasa mi vida
y recibir a cambio un abrumador
aplauso de envidias
por saber contarlo
sin morir en el quicio frontal
de un disparo de semen.
Abatido como un alce
pero con el falo aún vivo
bramo y recuerdo
mientras voy durmiéndome de placer
cuando era un niño con los ojos abiertos
por la sorpresa
de llevar dentro de mí a un hombre.
Tal vez no acabe nunca de hacer este poema. -J.M. Caballero Bonald-
viernes, 28 de noviembre de 2014
Inicio del poema
Escribía con lápiz de grafito
de afilada punta
aguzada al filo azul de la navaja
y borraba los errores del carbón
con miga de pan
sacada de una hogaza de hambre
algo de tristeza y hasta un poco
de nostalgia
al comprobar cada día
que no tener era una forma
incluso una fórmula
casi matemática
de estar en la vida.
Un poco más allá
comenzaron los desiertos.
martes, 25 de noviembre de 2014
Paraíso
Si consigues que una calle solitaria húmeda y oscura
tenga el sabor
de un cuchillada en las venas,
las mismas que usas para atar la vida,
y los pocos pájaros de la noche
se bañan en alcohol y vómitos,
si consigues
que tu boca ególatra y llena de sevicia
y calamidad
sea besada,
entonces pon un blues en tu solapa alegre
como una fruta ácida recién cogida del paraíso,
ahora que adan y eva han dejado las llaves olvidadas;
si consigue todo eso
pon tu mano de escribir poemas
a macerar en una pócima de harina lejía
y vino peleón,
lee un verso lentamente
con el ojo que te queda para mirar
cómo la persona amada te abandona para siempre
incapaz de soportar
este delirio en el que te mueves
cada día
como un soltero anacoreta
tuerto y malquerido
que no supo entender la puta vida.
tenga el sabor
de un cuchillada en las venas,
las mismas que usas para atar la vida,
y los pocos pájaros de la noche
se bañan en alcohol y vómitos,
si consigues
que tu boca ególatra y llena de sevicia
y calamidad
sea besada,
entonces pon un blues en tu solapa alegre
como una fruta ácida recién cogida del paraíso,
ahora que adan y eva han dejado las llaves olvidadas;
si consigue todo eso
pon tu mano de escribir poemas
a macerar en una pócima de harina lejía
y vino peleón,
lee un verso lentamente
con el ojo que te queda para mirar
cómo la persona amada te abandona para siempre
incapaz de soportar
este delirio en el que te mueves
cada día
como un soltero anacoreta
tuerto y malquerido
que no supo entender la puta vida.
domingo, 23 de noviembre de 2014
viernes, 21 de noviembre de 2014
Navaja
Abro la navaja y avanzo.
La noche es un plato de agua limpia
y en medio de un líquido negro
dibujo con la punta del acero
una sombra que se inclina
sobre la tierra
y clava
cava con ahínco
hasta que fluye la sangre
de un barro nocturno
que amaso entre los dedos.
Escribo con ellos
sobre el agua del plato:
“No quiero estar solo”.
Y marco
una cruz sobre mi pecho de piedra
que ayer sostuvo tu cuerpo
y tu saliva.
Avanzo con una navaja entre las manos
tengo miedo de mí
todo en el aire es violento
no hay nada que me haga un héroe
nada por lo que morir
y vivo de este miedo
sosegado
como una palma roja al borde
exacto de mis arenas.
Avanzo con un plato de agua negra
y un fuego encendido entre los dedos.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
R.L. Burnside
Ya queda poco para las doce. En un par de horas estaremos en otro día. Tan insignificante como este. Siempre queda poco para las doce. La hora de un blues que siempre está en nosotros, dentro. Este es dulce. Burnside, nació en el Mississippi. Y aparte de blues, hizo hombres y mujeres: 13 hijos, 35 nietos y 32 bisnietos. Nació el 23 de noviembre de 1926. Murió a los 78 años. Trabajó toda su vida en el campo. Mató a un hombre: hizo blues. Blues eléctrico con guitarra y slide. Aprendió música de su vecino Fred McDowell, otro bluesman. No como los poetas de hoy que aprenden poesía ellos solos, o solitos, que es peor. Y nunca matan a nadie, aunque sea con un poema. Ya no hay vergüenza ni maestros. Blues.
Miro mi sexo con ternura
Miro mi glande
puro
-Jorge Eduardo
Eielson-
Trepa
álzate
hacia adelante
sube
sube
corretea como alce o gamo
cebra sedienta
bébeme
recorre los lirios de mi piel
déjate
chupar pámpano de ayer
los dedos
los dedos
sécate
con mis cabellos de caballo
yérrame
derramado pendiente de oro
en tu oreja trinidad
sóplame
el aire de un sueño majestad
abre mis ojos
abre mis ojos
recórreme
encuentra el sexo
que sacie
la virginidad
blanca
de tus enmiendas.
Miro mi glande puro
su brillo de luna
la soledad del prepucio
sus estancias vacías.
sus estancias vacías.
lunes, 17 de noviembre de 2014
Dómine y Máscara
Con destreza inusitada
arrojó lejos de mí el doloroso cosmético,
el artístico carmín,
el perfil de lápiz
que en un largo y laborioso maquillaje
había dibujado ante el espejo,
y sobre la colcha de la cama entabló
un cuerpo a cuerpo de besos
con la otra.
Yo lo contemplaba todo
desde una lágrima enorme
de rodillas postradas,
desde una lágrima enorme
de rodillas postradas,
desde la más triste desnudez
de unas frías y frágiles caderas
derramándose
derramándose
a lo largo de la alfombra.
Y quise sujetarla, como se sujeta
la noche y sus embozados misterios.
Abrazarla, como se abrazan
las sombras que van a perderse
para siempre en la otra luz,
las sombras que van a perderse
para siempre en la otra luz,
secuestrada en los ojos cerrados
de la vida.
jueves, 13 de noviembre de 2014
El inservible estado de lo perfecto
Teniendo en cuenta ese ruido imperceptible
que hacemos todos al soñar
comparezco ante vosotros
como una ensoñación inimitable
de un ser que se persigue
hasta las remotas zonas escarpadas
del deseo.
A cierta altura
soy tan peligrosamente
inocente
que el latido de tu corazón
inventa la realidad del abismo
al que siempre caemos
fuertemente abrazados.
que hacemos todos al soñar
comparezco ante vosotros
como una ensoñación inimitable
de un ser que se persigue
hasta las remotas zonas escarpadas
del deseo.
A cierta altura
soy tan peligrosamente
inocente
que el latido de tu corazón
inventa la realidad del abismo
al que siempre caemos
fuertemente abrazados.
martes, 11 de noviembre de 2014
Citas desinteresadas: Maruja Mallo, Miguel Hernández
Soneto 28
La muerte, toda llena de agujeros
y cuernos de su mismo desenlace,
bajo una piel de toro pisa y pace
un luminoso prado de toreros.
Volcánicos bramidos, humos fieros
de general amor por cuanto nace,
a llamaradas echa mientras hace
morir a tranquilos ganaderos.
Ya puedes, amorosa fiera hambrienta,
pastar mi corazón, trágica grama,
si te gusta lo amargo de su asunto.
Un amor hacia todo me atormenta
como a ti, y hacia todo se derrama
mi corazón vestido de difunto.
domingo, 9 de noviembre de 2014
Campo de Agramante
Este es mi campo
de Agramante
mi parcela donde
pasta un cerdo
una vaca dos
ovejas negras
este mi campo de
margaritas blancas
mi campo de lana
fría
esta es mi vida
abalducada
con cintas de
balduque y esparto de cadáver
hule a sombra mi
vida
a legajo con huellas
ácidas.
No más allá de la
tormenta
que sostiene el
bosque
se desplaza lento
como una nieve azul
un extraño
silencio.
Después de la
discordia
se levanta un
templo con dioses
que bebieron
sangre de un cerdo
una vaca dos
ovejas negras
algunos hombres
vienen a orar
después de orinar
en sus muros.
Hoy el sol está
dispuesto
sobre una línea
blanca de nubes inventadas
a fortificarse
más allá de mi alma
y esta profunda trinchera
en la que me
resguardo
como un hombre
diminuto
al que abrasó la
noche.
sábado, 8 de noviembre de 2014
Un blues: George Moustaki
El
extranjero
Es
con mi facha de extranjero,
judío
errante y pastor griego
con
mis cabellos al azar,
y
con mis ojos medio abiertos
que
hablan de mares y desiertos
y
que te invitan a soñar.
Es
con mis manos de farsante,
de
embaucador y de feriante
que
en los jardines va a robar
y
con mi boca que ha bebido
y
que ha besado y que ha mordido
sin
apagar su sed jamás.
Es
con mi facha de extranjero,
judío
errante y pastor griego,
de
vagabundo y de ladrón
y
con mi piel que se ha quemado
bajo
este sol y se ha entregado
a
los mil juegos del amor.
Y
con mi pecho que ha sentido
del
corazón cada latido
y
lo ha sabido hacer callar,
con
mi alma enferma que no espera
ni
un purgatorio que la quiera
para
poderla así curar.
Es
con mi facha de extranjero,
judío
errante y pastor griego,
con
mis cabellos al azar,
que
vengo a ti, mi dulce amiga,
gran
manantial en mi fatiga
tus
veinte años a buscar.
Y
yo seré, si lo deseas,
príncipe
azul con tus ideas,
igual
que tú puedo soñar
y
detener cada momento,
parar
el sol, parar el viento,
vivir
aquí la eternidad.
Así
contigo he de lograr
vivir
aquí la eternidad,
igual
que tú yo sé soñar.
Cuando yo era griego
Cuando yo era griego tenía una espalda
de cestos cargados de manzanas,
llevaba una espada de lirio templado
a la cintura del día que nunca era mio,
y una mirada de zorro
teñida de amaneceres;
cuando yo era griego
apenas quedaban hombres en la tierra,
tan solo columnas de alabastro,
cimientos de templos pasados a cuchillo,
y arenas y cenizas, rescoldos aventados,
y una llama permanente en los ojos
que todo lo miraban
con asombro, con ira, con ternura.
Tenia yo piernas de acero y rumor,
y brazos que sujetaban el cielo
cuando llegaban las tormentas
de dioses soberbios y excitados.
Cuando yo era griego
siempre había bosques petrificados
parados en el paisaje
como hombres que no supieron huir del pánico,
ríos,
sólo piedras,
y una honda
que buscaba la paciencia eterna
del nuevo día,
y con ella apedreaba al sol
por miedo,
a la luna por piedad,
y una vergüenza
que me nacía de la duda
de ser hombre.
Cuando yo era griego,
parecía un poeta que medía
las distancias
entre el suelo y mi pecho,
las rojas amapolas
y el poema,
que volaba junto a pájaros
diminutos y bellos,
huyendo permanentes
de jaulas encendidas
como el fuego de mil guerras;
aquellas ciudades que ardían
cuando yo era griego
pobre y solo
como un pez en el río
en el que nadie quería bañarse,
o beber de sus aguas.
de cestos cargados de manzanas,
llevaba una espada de lirio templado
a la cintura del día que nunca era mio,
y una mirada de zorro
teñida de amaneceres;
cuando yo era griego
apenas quedaban hombres en la tierra,
tan solo columnas de alabastro,
cimientos de templos pasados a cuchillo,
y arenas y cenizas, rescoldos aventados,
y una llama permanente en los ojos
que todo lo miraban
con asombro, con ira, con ternura.
Tenia yo piernas de acero y rumor,
y brazos que sujetaban el cielo
cuando llegaban las tormentas
de dioses soberbios y excitados.
Cuando yo era griego
siempre había bosques petrificados
parados en el paisaje
como hombres que no supieron huir del pánico,
ríos,
sólo piedras,
y una honda
que buscaba la paciencia eterna
del nuevo día,
y con ella apedreaba al sol
por miedo,
a la luna por piedad,
y una vergüenza
que me nacía de la duda
de ser hombre.
Cuando yo era griego,
parecía un poeta que medía
las distancias
entre el suelo y mi pecho,
las rojas amapolas
y el poema,
que volaba junto a pájaros
diminutos y bellos,
huyendo permanentes
de jaulas encendidas
como el fuego de mil guerras;
aquellas ciudades que ardían
cuando yo era griego
pobre y solo
como un pez en el río
en el que nadie quería bañarse,
o beber de sus aguas.
viernes, 7 de noviembre de 2014
jueves, 6 de noviembre de 2014
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Cuerpos abandonados
Como tu ropa quitándose
el cuerpo que soporta
descansando de tu carne
sobre sillas o camas o sofás,
también la ciudad
al despojarse de ti
reúne millones de alcobas,
dónde a solas comprendes
que hay otras ropas
iguales a las tuyas
deslizándose en silencio
hasta armarios oscuros;
que hay otro cuerpos iguales
a tu silencio
huyendo hasta perchas
de abrazos inhumanos.
A solas no eres otra.
A solas permaneces.
Y hay un rito en los grifos
que gotean en la noche
tu desnudo primigenio.
martes, 4 de noviembre de 2014
Temple
Déjame un pezón de tu pecho para afinarlo,
que su temple tiemble liviano entre mis yemas,
¿no tendrás nunca un pezón que yo temple
contra el yunque de mi cuerpo,
en la fragua de tu sangre,
al fuego de un viejo deseo?
Un pezón que cicatrice entre mis labios,
que a mi mano coronado suba,
que mi lengua lo humanice eterno
dándole el perfil fotogénico de la uva
y que madure lento en mi boca
intacto de penumbras.
lunes, 3 de noviembre de 2014
Regreso
1
Cuando venga la noche de animales fatigados en lo oscuro,
en derredor nuestro nacerá una espiga mortal de latitudes,
una trenza genial de vinos y colores marchitos.
Cuando venga la noche que venga pronto,
podremos descorrer las cortinas, levantar las persianas,
que nos invada su luz y que el sol se contamine
de nuestras sombras, viajeras hacía lo oculto,
hacía lo que el otro jamás ve.
en derredor nuestro nacerá una espiga mortal de latitudes,
una trenza genial de vinos y colores marchitos.
Cuando venga la noche que venga pronto,
podremos descorrer las cortinas, levantar las persianas,
que nos invada su luz y que el sol se contamine
de nuestras sombras, viajeras hacía lo oculto,
hacía lo que el otro jamás ve.
Para conjurar misterios, cosas de lo hondo
lo íntimo o hermético,
breves presagios que moran en la lengua,
me miras con rígida y lánguida nostalgia.
Anida en nosotros, propagada, la certeza
de que mentimos al tocarnos,
de que nuestro temblor nace de una eterna duda.
Y de que así, cuando venga la noche
una y otra vez nos volveremos a amar.
lo íntimo o hermético,
breves presagios que moran en la lengua,
me miras con rígida y lánguida nostalgia.
Anida en nosotros, propagada, la certeza
de que mentimos al tocarnos,
de que nuestro temblor nace de una eterna duda.
Y de que así, cuando venga la noche
una y otra vez nos volveremos a amar.
2
Pero si aún no regresas del trópico amargo,
allí donde se unen escarpas y laderas
y coinciden enormes labios de jugosa savia amarga.
Si aún no regresas con tu feroz dentadura
de pantera y arsénico,
seguiré ensartado por largas y venenosas esperanzas,
seré un hilo de luz, un alma encendida
en cada piedra, en cada árbol;
seguiré comprendiendo a la roca
y a sus líquenes dulces y extraños.
Orgiástico, en una danza convulsa y hechicera
perpetuo, martirizado y vudú,
creyendo en tu regreso temblaré toda la noche.
allí donde se unen escarpas y laderas
y coinciden enormes labios de jugosa savia amarga.
Si aún no regresas con tu feroz dentadura
de pantera y arsénico,
seguiré ensartado por largas y venenosas esperanzas,
seré un hilo de luz, un alma encendida
en cada piedra, en cada árbol;
seguiré comprendiendo a la roca
y a sus líquenes dulces y extraños.
Orgiástico, en una danza convulsa y hechicera
perpetuo, martirizado y vudú,
creyendo en tu regreso temblaré toda la noche.
Baile que sólo entienden las monas y las culebras.
sábado, 1 de noviembre de 2014
Vendrán más años
Vendrán más años malos
y nos harán más ciegos.
-Rafael Sánchez Ferlosio-
Un hombre puede agotarse perder sus posibilidades
de seguir como pájaro o navío o mirada de caballo
y en horas vagas venirse a garfio a manco a ira,
bajo un cielo gris morir aprovechando las facilidades
que da la vida y ya nada será igual para nadie.
Pero vendrán más hombres y nos harán más tristes,
como de un miedo de sacos hombres sacamantecas
o detrás de la puerta un susto, nos hablarán
por ejemplo, de todas esas cosas tristes y oscuras
que suele dejar el día abandonadas en un rincón
por insensibles, por aburridas y perecederas.
Apagarse. Dejar de ser uno para ser otra cosa,
ser otra cosa que dará sentido a la forma.
Simples y fáciles las aguas como alas encendidas
recordarán al sol su verano de gloria y felicidad.
Vendrán más años nuevos y nos harán tan distintos
como fuimos siempre, como siempre hemos sido,
paisaje aterido y tan distante de nosotros
como nosotros de las montañas, su horizonte.
¿Qué pusieron detrás del hombre que nadie hubo
dispuesto a arrojarse a una sima de dudas?
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