martes, 23 de agosto de 2016

Buenos días hombres...

Buenos días hombres fuertes y ácidos
templados y orgullosos.
Hombres y mujeres
ancianos que fueron ayer piel de manzana.
Son las siete y treinta y aún no amanece.
Hay luz artificial en las calles
y un apache sin caballo
bajo una farola en llamas
lee la prensa buscando noticias
de si los suyos ganaron o no la batalla
en Little Big Horn.

Y a esta hora
que madruga para verme,
descubro que mi pene
es una crisálida que madura a mariposa.
A un tiempo efímero
de vuelos azules y venas pensativas
de ciervo en celo.
Y nadie mueve una mano para salvarme
del aire verde de mis alas de árbol.
Las mismas alas que me dieron
aquellas viejas tribus derrotadas.

Buenos días ahora que
un rayo de sol ha roto
el cristal de mi ventana
y el apache huye gritando calle abajo
montando un viejo caballo camicaze
aquellos potros que bebían aceite
para deslizarse sin ruido
en las sombras de la noche.
Y he llorado y reído
como un ser justo y traidor
que aún sabe disparar el viejo Winchester
contra la avaricia voraz del hombre blanco.