lunes, 28 de septiembre de 2015

Akhal-Teke

Y tú, tú tráeme un caballo sirio
cuando vayas al mundo a pedir explicaciones
de tu abundante errar,
de tu náufrago interior sin barcos ni remos
por desiertos, praderas o mares muertos;
tú tráeme un caballo sin bridas
de tus continuos viajes
alrededor del mundo o de tu piel,
deja que yo le ponga bridas al trote
y aprenda a llevar bajo mis muslos
un caballo salvaje con ojos de arroyo claro,
deja que él y yo sepamos más de ti,
que tu cabellera sea la crin que ahora sostengo
entre mis dedos, vacíos de ti,
y que palpan, en un relincho,
el aire, como una queja.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Libros

Llega hasta mí la humedad
de las hojas muertas
ese dulce aroma de los cuerpos
sonando muertos cuando caen
apaciguados por el cardinal otoño.
No acaban aquí sino que empieza
a crepitar su carne de papel,
como la madera o la felicidad,
se hacen tiempo.

Ahora la nada toma cuerpo
y todo se agranda en el contrario.
El otro nos distingue.
Leo libros ocres y marrones
que luego regresan obedientes
a su aparente silencio
de baldas y anaqueles.
Hay en su carne de papel
un ruido de hojas muertas.


Otoño


domingo, 13 de septiembre de 2015

Falocracia 20

Al amanecer,
cuando las cosas pequeñas vuelven a la vida,
y los retratos de los espejos
se quiebran en el cristalino,
me he tatuado sobre el pene
un pene de veinte centímetros
lo cual me ha proporcionado una perspectiva
distinta de las cosas grandes de la vida.

Por ejemplo ahora lo veo todo 
desde la importancia que tiene
ser un hombre empequeñecido
por la responsabilidad voluminosa
de los asuntos de la vida
y el trafago del hombre y su destino.

He borrado el tatuaje con tinta de calamar
y de nuevo vuelvo a ser el molusco
que tanto deseas tú
y el mundo que me rodea:
mis tentáculos de gelatina
anidan en oquedades precisas.

Llueve en el norte. El glamour del gris.
Feria de las vanidades en el resto del país.
Las antorchas de la noche buscan
a un hombre.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

EGO ISMO (Las vanguardias)

No sé si soy egoísta cuando pongo un poema mio, aquí. O son eghoistas los otros cuando ven la hache intercalada de mis versos, y miran para otro lado. ¿Qué les aturde que yo no contemplé con la humildad precisa y suficiente como para no publicar un poema que forzaba la hache, que forzaba la máquina de los versos a una comprensión impropia de este medio? ¿A qué comprensión de quién se debe el poema? ¿A qué soporte anímico la fuerza del molde que soporta un modelo? Troquel presionando, cortando los bordes del poema. Esas excrecencias que siempre vomita el fuego del verso, tan sumamente egoista. Me alimento de tildes. La tarde es continua. Continúa el día. Los dias. Y mi vida hambrienta de ti. La vanguardia de tu sangre. Los perros ahúllan porque la noche es de ellos. Quito la hache intercalada.

martes, 8 de septiembre de 2015

Otra ruta

Otra ruta,
otra casa,
otra ciudad,
los lugares
van dejando
su piedra
sobre la sien caliente
del hombre,
su soledad
y su agua 
entre las manos
vacías.
Sus ojos buscan
la puerta cerrada
que abra la vida
a la noche
de las fraguas
donde él
forjará siempre
el ojo de pájaro
que le lleve
a encontrarte,
ciudad dormida,
casa encalada
de alma,
de geranios
blancos
rectificando
la luz de la luna.