jueves, 14 de marzo de 2013

El otro

Hoy
pensando en el otro
que sin duda llevo dentro
he mirado en los huesos
de mis antepasados.
Me he enfrentado a ellos
con la cólera de un arapahoe
o la indignación de un menos.
Y he sufrido un minuto
una hora
he sufrido la gota de una cal
que iba quemando lenta
el calcio de mis antepasados
la médula espinal de mis sueños
aquella vieja creencia
llena de cultos y cuentos.

Hoy
he pensado en el otro sin duda.
Sin dudas.
Todas las interrogantes
fueron respondidas
desde mi reuma interno
y  no por eso fui más feliz
que aquel indio arapahoe.
O aquel otro anterior mío
que bebía vino
domaba el cuero
y hablaba con las piedras.
O también aquél que era tuerto,
feliz
vagabundo o errabundo
y comedor de ajos.
También.

Fue en el este de las grandes extensiones
diáfanas
Colorado Wyoming
o la baja Extremadura.

6 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

Impresionante, todo lo que has dejado ahí escrito. De verdad me ha conmovido la historia, tan compartida por muchos.
Besos de blues, Tomás.

Tomás Rivero dijo...

Gracias por los besos azules.

Tan sólo le faltan nombres a los personajes, viejos familiares, locos y hermosos. Lo que viene a demostrar tal vez, que el ego es cuestión de tantos que asistieron al parto de todos.

Besos.

HOSTAL MI LOLI dijo...

Tomas, tu llevas a todos esos familiares y personajes en ti, y hablan a traves tuyo, estas poseido por ellos cuando al entrar en trance conectas
con ellos. Ellos no se han ido, estan cerca de ti y en ti. Seguro que los sientes. Besos con nocturnidad y alevosia.

Tomás Rivero dijo...

Lo malo es que me pidan derechos de autor sobre los poemas. La familia es muy interesada. Sobre todo si empiezas a tener éxito.

Besos, Lola.

Amando García Nuño dijo...

A veces, ese otro nos resulta tan insultantemente feliz, tan desconocido de nuestra angustia, que dan ganas de desahuciarlo.
Me marcho a beber del pellejo de vino con mi bisabuelo.
Un abrazo.

Tomás Rivero dijo...

No hombre, hay que abrazarlo, yo lo hacía con mi bisabuelo José "El tuerto". Y él se tomaba un vino de pellejo, a mi salud. Y siempre supe de sus angustias.

Un abrazo, Amando.