miércoles, 2 de abril de 2014

Citas desinteresadas: Jacques Prévert

El desayuno

Echó el café
en la taza
echó la leche
en la taza de café
echó el azúcar
en el café con leche
con la cucharilla
lo movió
bebió el café con leche
y dejó la taza
sin hablarme
encendió
un cigarrillo
hizo volutas
con el humo
echó la ceniza
en el cenicero
sin hablarme
sin mirarme
se levantó
se puso
su sombrero
se puso su impermeable
porque llovía
y se fue
bajo la lluvia
sin una palabra
sin mirarme
y yo apoyé
mi cabeza en la mano
y me puse a llorar.

2 comentarios:

Shandy dijo...

Con que belleza y sencillez muestra el poeta el desencuentro.

Que bien consigue el tono para mostrar la actitud impasible, indiferente y despegada de ella, frente a la actitud resignada de él, que asume el abandono como un hecho irremediable. Ante el desamparo que transmite al final, dan ganas de abrazarle.

Como contrapartida te dejo el final de otro Desayuno poético. Un reverso del de Prever

[...]
Pero aún me gustas más,
tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas,
cuando,llena de vida,te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana. Voy a empezar contigo el desayuno».

Luis Alberto de Cuenca

Tomás Rivero dijo...

Sí, dan ganas de abrazarle. Yo también tuve una sensación similar. Con forme avanzas por el poema te dan ganas de decirle: "Pero hombre tienes que hacer algo".
J.Prevert, poeta-cinematógrafo, tiene una obra muy buena.
Te dejo la versión cantada de este poema, interpretado por Marlene Dietrich:

http://youtu.be/hm1jdP-I4y4

Y sobre Alberto de Cuenca, bueno...este hombre se las comía, se lo desayunaban, o se las bebía:

Dile cosas bonitas a tu novia:
"Tienes un cuerpo de reloj de arena
y un alma de dpelícula de Hawks."
Díselo muy bajito, con tus labios
pegados a su oreja, sin que nadie pueda escuchar lo que le estás diciendo
(a saber, que sus piernas son cohetes
dirigidos al centro de la tierra,
o que sus senos son la madriguera
de un cangrejo de mar, o que su espalda
es plata viva). Y cuando se lo crea
y comience a licuarse entre tus brazos,
no dudes ni un segundo:
bébetela.

Besos y desayunos, Sanhdy.