lunes, 12 de septiembre de 2011

Diciembre

He aplazado el dolor
y el cielo empieza a ser gris o con pátina
un velo lo cubre que presagia nubes
se oyen golpes de martillo contra el muro
una mujer cuelga ropa de las cuerda y me da los buenos días
hay una salamandra y un viejo saltamontes sobre la pared blanca
suena mi teléfono móvil y no eres tú
me llama una amiga rencorosa
para decirme que soy un ser despreciable y desearme felicidad
para este año que comienza. Las azoteas están solitarias
junto a la mía hay un perro que ladra.
Bostezo impasible y triste. Ya fui informado fui puesto al día.
Yo sé que todo debe continuar.
Se redimen sólo los que se conforman.
La luz
la luz mi amor
la que quiero abrazar como te abracé aquél día
resignado a olvidar. Unas nubes vienen hacia mí
desgarrándose por el cielo encapotado.
Ruge una moto rompiendo tu recuerdo
y tu nombre.


2 comentarios:

Laiseca Estévez dijo...

Hay nombres que jamás se rompen, se arrugan y estrujan contra nosotros, para no sentir el frío que deja paso a nuevos nombres … un puñado de letras dolorosas.
Buena semana tomas, un saludo.

Tomás Rivero dijo...

Los nombres siempre están. Son un recuerdo necesario.
Siempre digo que el dolor y la tristeza en un poema es bueno-a. Fuera del poema es algo excesivamente culinario.
Un saludo.