lunes, 5 de septiembre de 2011

El maestro




Escribí poemas entecos
que ardían como teas
y siempre marrullero e impúdico
magreé las palabras.
Siempre he creído que ejerciendo de poeta
sobre mí se extendía
la más implacable persecución
porque sabía que a nosotros los ignorantes
(accede uno a la palabra y la maltrata)
se nos niega el pan
desde hace demasiados siglos;
y ha tiempo que dejamos de beber:
la sequía,
la sequía, gritaron los parias.
Y es que los míos (los míos, los nuestros, los suyos)
siempre poblamos con nuestra carne
las hermosas cunetas
que resaltan nuestro pasado
en una hondonada perfectamente
cómoda
de huesos hermanados.
El poeta sigue flaco,
escribiendo versos paranoicos
con ritmo a compasado.
Tic-tac, tic-tac, dicen los diarios.

5 comentarios:

Raúl Campos dijo...

– La poesía no vende, muchacho.
– Esta se venderá.
– ¿Y por qué se iba a vender esta si no se vende ninguna?
– Porque la mía es gratis. Porque la regalo. Porque en realidad no está en venta.
– ¿Y entonces que haces en mi librería, muchacho?
– Vender mi libro.
– ¿Pero no acabas de decir que es gratis?
– Sí, es gratis.
– ¿Y entonces que es lo que quieres?
– Quiero que el que lo regale seas tú.

Un saludo, Tomás. A ver si vuelvo por aquí como antes solía.

Tomás Rivero dijo...

Un saludo Raúl. Sí, tenemos la poesía un poco abandonada. Y ya sabes que la poesía es gratis. Aunque la venda el librero.

José Baena dijo...

Es que la carne hay que echarla tanto al asador como a la cuneta. Pocos poetas cuerdos del todo conozco. El tiempo cuenta. Nunca para. Y cuanto más ha contado más reservas de carne que cocinar. No sé cuál será la próxima paranoia, pero bienvenida sea. Un saludo.

HOSTAL MI LOLI dijo...

Maestro, buenas noches,¿esta noche tenemos blues?Besos.

Tomás Rivero dijo...

Comparto todas tus palabras Jose. Bienvenida la próxima paranoia que no nos
hará dudar de aquello que perseguimos: un verso como un pájaro que nunca construye nido.
Un saludo.