viernes, 17 de agosto de 2012

Tiempo

A la torpe lentitud de la tortuga
se unió la rápida carrera del conejo,
y de aquel encuentro enamorado
nació una gran roca en los rastrojos
que el hombre intenta arrojar al fuego
una y otra vez:
la leve lentitud del tiempo.

2 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

El hombre, siempre tropezando. Imagen hermosa del tiempo; me desarma, Tomás.
Un beso por la orilla.

Tomás Rivero dijo...

El leve remanso del tiempo. O que el tiempo no existe y todo es tránsito: ese hacer que no conoce el minuto.

Besos, Isolda.